perfiles I

la chica de la que les hablo es prosaicamente rubia, de las conchudas que se creen lindas. mendiga pija como reemplazo de amor y alardea ser una “amante habilidosa”, su inseguridad ya ha empezado a molestarme. la gente insegura me enoja, me encrespa, me provoca lástima y repulsión: siempre quise golpear gente insegura. me interpela, a veces, la gente insegura. la rubia de la que les hablo tal vez sospeche que sólo le va quedando un lindo culo, redondeado, chiquitito, bastante otoñal por hallarse ya cerca de los treinta (si pensamos que se empieza a cojer a los veinte –y ella calculo lo habrá hecho a esa edad, apróx-, a razón de dos coitos semanales promedio tenemos mil cuarenta polvos acumulados de mínima. mantener un culo redondeado tiene, entonces, su mérito. por eso la chica rubia se lo mira en los espejos de la casa y del ascensor y el reflejo en las vidrieras de Zara y Paula Cahen D’Anvers). varios hombres han ya abandonado ese culo ario para siempre. ella ahora se vanagloria de haberles sobrevivido, la rubia canchera y prosaica. es muy poco elegante ella, y ojo que en este blog no se sostiene que todas las rubias sean no-distinguidas, sólo un número considerable. a la prosaica le gusta vestirse a la moda, moda “alternativa” la llama: genial, el concepto de “moda alternativa”. genial la gente que lo utiliza y lo encarna. es la clase de gente que sonríe siempre salvo de vez en cuando porque cree que así se forja una personalidad con “carácter”, una cierta “actitud” probabilística hacia la confrontación y el acuerdo, una representación tragicómica de provocación baladí, un pedido exasperado de atención, una búsqueda penosa, lamentable y muy poco refinada del agrado de los otros.

la rubia quiere parecerse a otra, una rubia famosa que fue cool y se corta el pelo como la otra y colecciona fotos de las dos, una sobre otra, el juego de las siete mil diferencias.


la rubia corta los fideos
le pone azúcar al té